Con datos aún no oficiales, nos enteramos que Laura Chinchilla ha sido electa Presidente en Costa Rica por un amplio margen de ventaja dado por el electorado, superando por mucho a sus principales contendientes, llegando a ser la primera mujer electa para dicho cargo en la historia de ese país.
No conozco mucho del ambiente político costarricense y opinar sobre él sería un abuso de mi parte. Pero debo decir que la Presidente electa cuenta con una amplia trayectoria en la gestión gubernamental. En la década de 1990 fungió como Ministra de Seguridad y ha estado vinculada a diversos foros políticos y académicos relacionados con la materia. Es pues una política interesante: cuenta no solo con la experiencia sino con un soporte académico importante para enfrentar los problemas que su sociedad le demanda, entre ellos, el de la seguridad, una de las principales preocupaciones de la sociedad costarricence en la actualidad.
Si bien, las distancias comparativas entre los niveles de violencia en Costa Rica y El Salvador son enormes, lo cierto es que en los años recientes, la otrora pacífica Costa Rica se ha visto afectada por el alza del delito y manifestaciones de criminalidad organizada. A diferencia de su principal contrincante, que ofrecía mano dura y liberalización en la portación de armas, ella propuso endurecer leyes, más recursos a las instituciones relacionadas con la seguridad y desarrollo de prevención social de la delincuencia.
Recientemente Chinchilla se mostraba clara del desafío regional al declarar que en Centroamérica sería la última batalla contra el narcotráfico, reconociendo que el fenómeno se ha desplazado hacia nuestros países con todo lo que ello implica, al tiempo que pidió la atención de la comunidad internacional sobre esto. Habrá que ver cuál será el comportamiento de Costa Rica en el marco de la agenda regional de seguridad, dado que dicho país se ha mantenido como observador en instancias regionales de seguridad.
Su amplia victoria muestra el acuerdo de la mayoría de la sociedad tica de continuar con la herencia de Oscar Arias, lo cual, para alguien quisquilloso como yo, tiene el mal recuerdo que Arias terminó reconociendo incondicionalmente las elecciones hondureñas luego del golpe de Estado, sin un plazo de prudencia para ver el desarrollo de los acontecimientos. Pero Laura Chinchilla es otra persona y debemos quedar a la espera de su gestión, de la cual estaremos espectantes.
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