Luego de que el Embajador de los Estados Unidos en El Salvador y las principales cúpulas empresariales del país se manifestaran públicamente y con un llamado contundente a parar la violencia, el gobierno salvadoreño ha reaccionado de manera acelerada, aunque bastante a la saga, pues el clamor de la población por mejorar las condiciones de seguridad ciudadana, es de antiguo conocido.
Dentro de las medidas tomadas por el ejecutivo se encuentran la creación de un anteproyecto de Ley contra el Crimen organizado, redactado en poco tiempo y sin ningún tipo de discusión preliminar, lo que demostraría su permanente apuesta al tratamiento de la problemática de l violencia desde la visión legal y represiva.
No estoy por plantear los pormenores del citado anteproyecto, sus falencias técnicas o normativas, sino la forma en cómo éste se inserta en el marco de las respuestas gubernamentales al problema de la violencia y criminalidad.
Sin discutir la necesidad de combatir el crimen organizado, el anteproyecto propuesto es solo una medida aislada, que no se ve complementada por otras políticas y acciones institucionales, es decir, como siempre, se pone la yunta delante de los bueyes. A grandes rasgos, el anteproyecto buscaría crear judicaturas especiales, y conociendo la animadversión ideológica de la derecha política que impulsa esta medida hacia la judicatura independiente, estaríamos posiblemente ante un intento de crear “jueces a la medida”, medida que ha recibido apoyo de representantes de
Por otro lado, suena paradójico el hecho que una ley especial que se aplicaría a delitos de realización compleja, disponga solamente de un período de 20 días de instrucción judicial, mientras que los demás delitos, no comprendidos por esta ley, tendrían 6 meses y posibilidad de ampliación de la instrucción por la vía del proceso penal ordinario. Esta aparente contradicción o paradoja, solo se explica por la intención de trasladar el plazo y las actividades de investigación bajo control judicial, a una etapa previa sin supervisión de legalidad, donde los elementos recabados podrían ser llevados a juicio sin un control previo de calidad, y los que tendrían, por ley, un valor (prueba tazada), independientemente del criterio del juez sobre su validez o veracidad. Es decir, una ley que buscaría asegurar condenas, limitando el papel de revisor imparcial del juez.
La ley necesitaría solamente 43 votos para ser aprobada y por lo que las correlaciones políticas de
La segunda acción gubernamental en esta coyuntura ha sido la creación de
En los términos expuestos, la iniciativa parece valiosa e importante como un instrumento de participación para la construcción alternativa de respuestas a la problemática enfrentada. Sin embargo, creo que esta iniciativa surge a la sombra de sus antecedentes previos y sus escasos resultados.
Las primeras mesas a las que convocó el gobierno, hacia el inicio de sus gestiones en 2004, produjo resultados en el ámbito de la reforma legal, así como valiosas recomendaciones en materia de prevención y reinserción. Las reformas legales fueron aprobadas por las Asamblea Legislativa, pero de las recomendaciones en materia de prevención y reinserción, no se vieron acciones concretas para su realización. El segundo antecedente, fue el denominado “Consejo Consultivo” en 2005 que murió por perdida de interés y no dejó legado. Con estos antecedentes, más que un voto de confianza, uno solo podría dar un beneficio de la duda.
Creo que es importante que esta entidad tenga carácter permanente, pues eso le da mayor presencia. Desde diversos sectores y propuestas, como la presentada por FESPAD a inicios de 2005 se indicaba la necesidad de genera una estructura rectora de las políticas públicas de cara a tratar la problemática de la violencia y la criminalidad y cómo ésta entidad integra y no duplica trabajo de otras entidades llamadas a fines similares como el Consejo Nacional de Seguridad Pública, que según su mandato es la máxima autoridad asesora del Presidente de
Por otro lado,
En cuanto a la conformación de
Aunque
No obstante lo anterior, mi percepción es que se estaría fraguando un ambiente para favorecer una salida autoritaria y no precisamente una más democrática. Muy a la manera de las peores derechas políticas que buscan el tensionamiento de las situaciones de conflictividad para favorecer desenlaces por la fuerza. Esperamos que esta comisión no sea instrumentalizada en estas maniobras.
Lo que El Salvador necesita con urgencia son políticas públicas integrales en materia de seguridad ciudadana, que reduzcan la conflictividad y los riesgos que la favorecen o generan, los cuales obedecen a un contexto social más amplio que trasciende lo jurídico-penal. Y por otro lado, necesita una renovación de las instancias de gobierno de la seguridad pública para que generen políticas coherentes con los datos de la realidad y no sean basadas en visiones ideologizadas o de provecho político, independientemente de su ineficacia.
Precisamente para que
Una vez seleccionadas las prioridades, se requerirá la generación de líneas de base y planificaciones metodológicamente estructuradas, por lo que
Esto nos lleva a otro punto,
No quiero ser pesimista, pero la experiencia me lleva a serlo. Espero que esta comisión logre generar resultados concretos y que cuente con el consenso social necesario para resolver los problemas de violencia que nos afectan y que el gobierno comprenda que la crisis de seguridad pública, de no ser atendida de manera eficiente, compromete su autoridad y credibilidad frente a la población.
San Salvador, noviembre 2, 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario