2 de febrero de 2009

Lectura anticomunista de la historia o 1932 según Claudio de Rosa




El día lunes 2 de enero de 2009, La Prensa Gráfica públicó la columna intitulada "Los comunistas y la masacre de 1932" elaborada por Claudio de Rosa.

Luego de leerla, lo primero que me pregunté fue: ¿por qué y cómo el economista y exdirector de la Asociación Bancaria de El Salvador, el chileno nacionalizado salvadoreño Claudio de Rosa -ahora también va de entrevistador y periodista- aparece de repente como experto en historia de El Salvador? Además, abordando un tema que involucra al extinto Partido Comunista Salvadoreño, cuando casualmente, el clivaje del anticomunismo es un caballito de batalla de la derecha en el actual proceso eleccionario que vivimos. De entrada, el asunto no es inocente ni espontáneo.

1932 y, particularmente Izalco, son los simbolos de dos versiones históricas de El Salvador: la de una dictadura sanguinaria que aplastó un levantamiento campesino con un saldo de entre 10 mil a 30 mil muertos, por un lado, o la de la derrota del comunismo por otro. Está claro porqué el partido ARENA arranca sus campañas en dicho lugar: "El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán..." dice su anacrónico himno. Semejante acontecimiento, en un contexto con mayor conciencia moral y tolerancia podría ser objeto de señalamientos por delitos de incitación al odio o apología del genocidio.

El señor de Rosa, parte una de las versiones relativas a la influencia soviética en El Salvador, misma que también estuidio el amplio, riguroso y serio estudio sobre la matanza del 32 hecho por Erick Ching y Héctor Lindo-Fuentes y Rafael Lara Martínez, el cual, revisando los archivos de la KGB dio cuenta de la influencia de la antigua URSS en el movimiento revolucionario salvadoreño de fines de la década del 20 e inicios de la década del 30, cuestión que había sido planteada previamente en otros estudios como el de Anderson. Así que de novedad, la nota del señor de Rosa no tiene nada. Yesterday news. Por lo que su difusión, más bien parece interesada.

La nota en comento, parte de la siguiente versión: había un descontento en la población como resultado de la Gran Depresión, lo que fue aprovechado por los comunistas "(...) para agitar a los campesinos, quienes terminaron siendo la carne de cañón de la 'masacre' de enero de 1932. Los señalamientos siempre han apuntado al régimen de Hernández Martínez, ocultando la otra cara de la moneda." Llama la atención que haya entrecomillado la palabra masacre, como si matar miles de personas no lo fuera.

El autor incluso, cual autoridad en la materia, indica la necesidad de reescribir la historia, ¿estará pensando en los hermanos Galeas?

Lo que las investigaciones como la de Ching, Lindo-Fuentes y Lara Martínez han mostrado es que el levantamiento tenía un fuerte caracter reinvindicativo de las comunidades campesino-indígenas por la propiedad de la tierra, que reclamaban la deuda histórica del arrebatamiento de los ejídos comunales con la reforma liberal de 1881, -proceso del que da cuenta Rafael Menjívar en su investigación sobre el origen de la acumulación oligarquíca en El Salvador-, es decir, era un movimiento de raíces étnicas, no derivadas de una etiqueta ideológica.

La investigación de Ching, Lindo Fuentes y Lara Martínez pone en duda la verdadera capacidad de influencia de los comunistas sobre el levantamiento, aunque se reconoce el intento de éstos por cooptar la lucha en marcha hacia sus agendas. Dicho coloquialmente: intentaron de ponerse delante de la procesión que ya venía. En corto: los campesinos no fueron simples tontos útiles que sirvieron de "carne de cañon" al servicio de intereses comunistas que sugiere el señor de Rosa. Fueron, de manera fallida, actores de su propia historia.

Lo que me parece chocante y hasta infame, es el velado ánimo exculpatorio y hasta justificante del autor respecto de la dictadura de Martínez y de los miles de muertos acecidos por su represión (¿Simpatía entre colegas, quizas?) Tan reprochables y condenables son las víctimas del levantamiento, como la desproprorción de la respuesta estatal a los acontecimientos que colocó a El Salvador en el triste e infame mapa de las matanzas genocidas.

Esta posición deriva de un discurso por el cual, en una situación revolucionaria, "son ellos o nosotros" y bajo tal justificación, cualquier exceso es legítimo. Es el mismo discurso que la extrema derecha histórica ha blandido como defensa para pretender justificar y hasta legitimar la brutal violencia política de fines de los 70 y durante los 80 contra opositores políticos y población civil. Un discurso carente de cualquier fundamentación o consideración ética. ¿Qué nos dice de Operación Cóndor?, señor de Rosa, ¿cuál es su opinión?

Un segundo, aspecto que se deriva del análisis del discurso es atribuir a causas externas el levantamiento, negando la efervescencia existente en el campesinado gestada por siglos de injusticia. El autor les convierte en víctimas culpables: ¿quién los mandó a meterse en líos?

Me parece una columna lamentable y atentatoria conta la memoria histórica de nuestro pueblo, espero que la academia reaccione frente a esta devaluación del pasado.

Notas relacionadas: 1932 la media vida que nos dejaron









6 comentarios:

  1. Estimado Edgardo,
    indignado por lo publicado por el lugarteniente de la banca salvadoreña (de antaño - banca y lacayo) Merece un par de consideraciones:
    1.- Se le olvida comentar, que si hemos (los y las salvadoreñas -incluyendo los naturalizados, para no discriminar) de escribir la nueva historia a partir de nuevos hechos descubiertos, necesariamente ha de considerarse la verdad de las víctimas, sus descendientes, su denuncia y reclamo de justicia, la reivindicación del honor de quienes como Feliciano Ama fueron ejecutados como delincuentes, cuando lo que hacían era exigir el legítimo derecho de un pueblo indigena de sus tierras, de condiciones humanas de vida.
    2.- Se le olvida al ahora connacional chileno-salvadoreño, que su pueblo, noble, pobre pueblo chileno, también padeció la masacre de Santa María Iquique, muy similar al exterminio de Izalco.

    He reproducido en mi blog, ambas publicaciones, dado que es importante que la comunidad internacional conozca los pensamientos ideologizados que predominan en los medios escritos salvadoreños, y que de no ser por espacios amplios de difusión del pensamiento libre (como los blogs) no podrían controvertir con argumentos serios la nueva forma dominante del pensamiento. A riesgo que nos clausuren como al colega Spartaku...

    ResponderEliminar
  2. En que libro puedo leer la historia de 1932?

    ResponderEliminar
  3. Estimado Alex:

    Puede ver:

    1. 1932 de Thomas Anderson (DPI)

    2. "El Salvador" de Alistair White (UCA Editores)

    3. "El Salvador, la tierra y el hombre" de Thomas Brownig (DPI)

    4. "Miguel Marmol" de Roque Dalton (UCA Editores)

    5."Cenizas de Izalco" de Clarivel Alegría (UCA Editores)

    El libro de Lindo-Fuentes, Ching y Lara Martínez solo está disponible en Inglés.

    Le sugiero además buscar con "Google Académico" o "Google libros" bajo las referencias: Matanza+1932

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. A pesar de ser un poco tarde la lectura de tan necesario y acertado pronuncialiento, más que moslestía, produce indignación y pena, que un nacionalizado salvadoreño, el señor de Rosa, pretenda atribuirse dotes de historiador, abofetenado una vez más, la identidad hurtadada del pueblo salvadoreño, con tal sarta de falacias e improperios.

    ResponderEliminar
  5. No es tarde Ana María. Lo importante es que hay gente dispuesta a reaccionar ante esta provocación. Lamentablemente, no soy historiador, pero tampoco soy ignorante. No sé si otros expertos en la materia respondieron a esa nota, me gustaría saberlo.

    ResponderEliminar