11 de febrero de 2009

¿La milicia como árbitro político?

Las notas publicadas por El Faro, sobre la participación del ministro de defensa en un mitin “privado” de ARENA, han sido ignoradas o invisibilizadas por las empresas de comunicación dominantes. Esta semana, la sección de cartas de los lectores del mencionado periódico, se publicaron varias misivas donde algunos ciudadanos, exmilitares algunos, defendían la participación del mencionado ministro dado que es un militar en retiro, en consecuencia, la prohibición de participación en política para los miembros en activo de la Fuerza Armada no aplica.

Sin embargo, la alarma del editorialista de El Faro no es exagerada y la comparto. Durante casi 50 años del Siglo XX, El Salvador vivió bajo dictaduras militares, que colocaron a la FA como arbitro de los destinos del país. Dicho autoritarismo contribuyó decisivamente para provocar el conflicto armado. Este es un antecedente histórico que no se puede obviar, por lo que las declaraciones del ministro, encienden algunas cuantas alertas.

El análisis de Ignacio Ellacuría sobre este aspecto es altamente ilustrativo en clave histórica:

El razonamiento por el cual se atribuye la representación auténtica de la nación y del Estado a la Fuerza Armada se apoya en que los militares tendrían, por estructura corporativa y por separación de intereses inmediatos, la posición ideal para juzgar qué es lo más conveniente para el país. Pero esto es una racionalización de un hecho más básico subrayado por la doctrina de la seguridad nacional: lo importante para la nación es la seguridad entendida como mantenimiento del orden establecido, y sólo la Fuerza Armada puede garantizar esa seguridad (…)
Ellacuría, Ignacio, “La seguridad nacional y la Constitución Salvadoreña”, en Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), Tomo I, 1a. Edición, UCA editores, San Salvador, 1991, Pág. 250.


Querámoslo o no, la milicia posee un claro y evidente espíritu de cuerpo, en tal sentido, la presencia en la actividad proselitista del Ministro de Defensa: un militar en retiro pero en contacto permanente y jerarquía sobre la FA no debe ser tomada a la ligera. En este aspecto, la cuestión no es tanto sobre legalidad o las formas, sino sobre las implicaciones y el mensaje político que se puede extraer del mismo. Si, por ejemplo, en el transcurso de una fuerte discusión, alguien saca una pistola y la coloca tranquilamente sobre la mesa, no es necesario que diga algo para intimidar a sus interlocutores. ¿Es eso una amenaza? Legalmente no, pero el efecto real es el mismo: intimidación. Pues eso…

Pero lo más grave, a mi juicio, es el contenido de sus declaraciones sobre las acciones tomadas por la FA en “análisis” de las plataformas de los partidos políticos para –según el señor Ministro–:

(…) asegurar el bienestar del país, para eso se necesita gozar de ciertas condiciones de seguridad para de esta manera ir obteniendo todas las metas en materia de desarrollo. (…) Nos interesa conocer de qué manera no se pueda provocar situaciones de desestabilización... (…) no hay que tener tanto temor de que la Fuerza Armada vaya a estar en una posición partidarista, la Fuerza Armada es profesional, está muy consciente de su papel que tiene que desempeñar en el país, por eso nos interesa conocer cuáles son los distintos enfoques que puedan traer estabilidad o inestabilidad. (…) Los riesgos podrían ocurrir de acuerdo con ciertas posiciones extremas. No voy a mencionar si en este momento algún político está externando, pero posiciones que no van a abonar a un clima de estabilidad como pudieran ser acercamientos con grupos que hacen uso del terrorismo, no voy a mencionar si cualquier partido lo está haciendo, no lo voy a hacer, pero esas condiciones son las que tenemos la población.... la población ha madurado mucho y va a saber qué es lo que le va a convenir para estos próximos años, en un momento en el que hay una crisis realmente muy difícil para los países del mundo.


Por un lado, puede inferirse que en el muy ambiguo discurso del señor ministro, existe una precaución respecto de eventuales desestabilizaciones originadas como producto de un próximo gobierno. Una lectura entre líneas, muestra que el ministro, tal como el discurso de campaña del partido ARENA, no parece ver el cambio y la alternancia de gobierno como un tránsito normal en una sociedad democrática.

Su frase sobre actores que tengan “(…) acercamientos con grupos que hacen uso del terrorismo” es, casualmente coincidente con todas las referencias sobre las supuestas relaciones entre el FMLN y las FARC.

Su insistencia en el tema de la “desestabilización” lo que hace es generar más dudas: en caso de un gobierno X puede haber desestabilización. La pregunta obligada es a qué se refieren con el término y sobre todo, desde donde vendría y cuáles serían los actores de la desestabilización ¿el propio gobierno generando desestabilización? ¿La oposición política?

Si la FA analiza programas de gobierno en el marco de una contienda electoral y prevé consecuencias sobre la estabilidad del país sobre la base de ese análisis, ello es colocarse en posición de juez, implica una toma de posición, y mucha clarividencia. No es necesariamente un ejercicio aséptico.

Por otro lado, no creo que se haya hecho un análisis para guardarlo en alguna gaveta. La proyección de escenarios prospectivos tiene como función, la toma de acciones preventivas respecto de contingencias. ¿Cuáles son los riesgos identificados y las acciones a emprender para contrarrestarlos según el análisis?

El anterior ejercicio, podrían alegar, está dentro del marco legal. La tristemente célebre Ley de Defensa Nacional, contiene algunas disposiciones por las cuales otorga facultades abiertas a las instituciones ahí contempladas, a través del uso de conceptos jurídicos indeterminados, que dejan amplia discrecionalidad interpretativa y en consecuencia, aplicativa. Para muestra, en lo esencial:

Art. 3.- Finalidades de la Defensa Nacional:
(…)
2. Vencer los obstáculos que se opongan a la consecución de los objetivos nacionales e impedir que se logren objetivos que resulten vulnerantes para el Estado Salvadoreño.


Y más adelante:

Art. 4.- Para los efectos de la presente Ley se entenderá por:
(…)
7. Objetivos Nacionales: Metas que el Estado Salvadoreño se propone alcanzar al interpretar los intereses y aspiraciones nacionales. Pueden ser permanentes o actuales.

La ley en comento no establece quien o quienes deciden cuáles son los objetivos nacionales ni la metodología para su elaboración, es por tanto, abierto a la imaginación. Lo mismo sucede con los “objetivos que resulten vulnerantes para el Estado Salvadoreño.” Lo cual, me parece sumamente peligroso dejar tales definiciones al arbitrio político coyuntural, por esta vía, podría suplantarse la voluntad popular, si se considera ésta contraria a los objetivos nacionales.

Las declaraciones del señor ministro son cuando menos, lamentables. Lejos de generar tranquilidad, agregan incertidumbre en un contexto de tensión electoral. Aunque a mi entender, no reflejan la visión de toda la Fuerza Armada, al menos, de los sectores más jóvenes de la institución, que no fueron contaminados por la lógica maniquea del conflicto.

Desde mi forma de ver, como mínimo, el ministro debería ser objeto de llamado a la Asamblea Legislativa, para que aclare el contenido de sus declaraciones y de las acciones realizadas por la Fuerza Armada. Su ambigüedad, solamente llama a sospecha y arriesga el prestigio de la profesionalidad de la institución armada.

2 comentarios:

  1. Anónimo7:06 a. m.

    Hola Edgardo: felicidades por tan valiente artículo. Solo una cosa más: siempre me preocupó el futuro de toda la tropa que fue a especializarse a Irak. Que yo sepa nadie, a excepción de los Estados Unidos y el alto mando, sabe quienes son y a quienes sirven. Una cosa si es cierta: la disciplina militar enseña solo a mandar y a obedecer ciegamente. Mi tesis es de que con los Acuerdos de Paz se destruyó la fuerza armada como el aparato coactivo que es indispensable para nuestro Estado de Derecho y se creó un estamento al servicio de los Estados Unidos.

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  2. Anónimo3:40 p. m.

    Edgardo, muy bueno lo suyo. Creo que es una cuestión de contexto, pues a mí no me parece muy "entre líneas", directamente me parece amenazante.

    Saludos,

    AB

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