2 de junio de 2009

Funes sobre la justicia y seguridad

Tomo algunos fragmentos del discurso de toma de posesión del Presidente Mauricio Funes:
Errar es humano, pero evitar el error es, igualmente, un atributo de todos los hombres y todas las mujeres. Y evitar el error comienza por no hacer lo que algunos ya hicieron mal en este país: gobernar para pocos, ser complaciente con la corrupción, temer y ser cómplice del crimen organizado, pactar con el atraso en todas sus formas de expresión.

(...) Precisamos hacer una revolución ética. El bien público no puede ser confundido con el bien personal y la ética de los favores tiene que ser sustituida por la ética de la competencia sana y democrática.
Transparencia, combate a la corrupción y a todas las formas de despilfarro y desvío del dinero público serán cosas sagradas en nuestro gobierno.

Pero la lucha por el perfeccionamiento institucional no puede ser la lucha aislada de un gobierno. Ella debe involucrar a todos los poderes y a toda la sociedad. Y tengo la certeza que el Legislativo, el Judicial y la sociedad nos acompañarán.

Este perfeccionamiento se dará no sólo con la mejoría de la calidad de las políticas públicas, sino, igualmente, con la mejoría de la calidad y del grado de independencia de las instituciones, como también con la mejoría de las políticas y de las prácticas del sector privado.

Salvadoreños y salvadoreñas,

Revolución pacífica y democrática significa disminuir las desigualdades, mejorar la calidad de vida de la población y recuperar la eficiencia de la gestión pública.

Nuestra democracia se encuentra acechada por lãs fuerzas oscuras del narcotráfico y el crimen organizado. Por las acciones de la delincuencia. Por la situación de apremio económico que sufren miles de familias. Por el deterioro acelerado e irresponsable de nuestro entorno ambiental. Y también por las inadecuadas decisiones gubernamentales del pasado que han distorsionado la función pública al consentir la corrupción en el aparato del Estado.

Tenemos, como se ve, una tarea gigantesca por delante, pero ella no nos intimida. Nuestro país ya enfrentó problemas muchos más serios y supo encontrar los medios para superarlos. Pero todo fue más rápido cuando hubo paz y unión.

(...) En nuestro gobierno quien tenga méritos será recompensado y quien tenga culpa será ejemplarmente castigado. Se terminó el tiempo del padrinazgo y de la impunidad.

Es con esta disposición que vamos a enfrentar todas las formas de delito, en especial, el crimen organizado y su rostro más dantesco: el narcotráfico.

Por causa de las falencias de las políticas nacionales, regionales e internacionales de combate al narcotráfico, esta plaga ha crecido, en el mundo, como hidra de varias cabezas.

Por cada una que se corta en un país, parece nacer otra más adelante. En este campo de derrotas casi sucesivas, América Central se ha transformado en ruta y en destino.

Sé que esta es una lucha en la que no se vence aisladamente dentro de las fronteras nacionales. Pero sé también que un gobierno que desarrolla políticas internas rígidas, y que se articula con otros países amigos, cumple su parte en esta batalla.

Nosotros vamos a hacer eso con el máximo de control y dedicación. Daremos todo nuestro apoyo a los buenos policías, que son mayoría en nuestros órganos de seguridad, pero identificaremos y castigaremos, con rigor, aquellos pocos que se desvíen de su función y se vuelvan cómplices de estos criminales.

Es así, en forma gradual y localizada, que el narcotráfico comienza a infiltrarse y transforma a gobiernos y gobernantes en sus rehenes. El Salvador no puede entrar en este circuito de terror y de miedo.

Como también no podemos dejar que segmentos de la sociedad, en especial las personas más pobres, sean rehenes de las pandillas y bandas menores, no por eso menos sádicas y peligrosas.

Las maras, las pandillas no pueden continuar actuando y creciendo impunemente transformando barrios y comunidades en territorios libres para sus delitos.

Vamos a luchar día tras días, para imponer la ley y el orden en este submundo de anti-ley e inhumano.

Funes abordo de manera directa y sin ambajes dos imporantes problemas vinculados a la seguridad y la justicia, que se encuentran intimamente relacionados: el crimen organizado y la corrupción, así como tampoco ahorró dardos para señalar la tolerancia y hasta de complicidad hacia estos flagelos en las administraciones pasadas. Lo dicho, no es poco. Señala la filtración del crimen en el sistema político como una grave amenaza.

Mucho se ha cuestionado la dureza del discurso, y en cierta medida, en otro contexto, algo más de diplomacia hubiese sido deseable. Sin embargo, salvando diferencias abismales, existe un paralelismo entre la asunción de Obama y la de Funes: recibieron un país agobiado de problemas, en gran medida ocasionados por los mismos gobernantes. Lo mismo es aplicable a ARENA, respecto de los Republicanos cuyos gobiernos hicieron la mirada hacia otro lado ante los abusos del mercado y gestionaron la conflictividad social a través de mecanismos coactivos y belicistas.
No se puede ser "políticamente correcto" en el discurso con quienes no lo fueron en la práctica de sus gestiones.


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