21 de octubre de 2015

¿Más armas, menos crimen? Armas de fuego registradas en El Salvador

De acuerdo con estimaciones de la Small Arms Survey en el año 2011 para El Salvador se calculaba un aproximado de 400 mil armas de fuego entre legales e ilegales en circulación.

Nunca podremos conocer en exactitud el número de armas ilegales en circulación, pero sí es posible saber cuántas armas han tenido estatus de legalidad en el país. En tal sentido, hace algunas semanas solicité  al Ministerio de la Defensa Nacional la estadística de armas de fuego registradas por particulares (personas naturales o jurídicas) en dicha instancia desde que existe ese mecanismo de control, las cuales se presentan en el gráfico de abajo:


En total, desde 1994, se han registrado 230,957 armas de fuego entre largas y cortas aunque hay que hacer la salvaguarda de que una parte de ellas probablemente ya cumplió su vida útil, no funcionan o han sido destruidas, o fueron derivadas al mercado ilícito por cualquier motivo y traficadas fuera del país, por lo que probablemente el número existente de armas registradas es menor.

Lo llamativo de estos datos es que, luego de una década de relativa estabilidad en el número de registros, en el año 2012 se de un incremento sustantivo que duplica al año previo, pero más sorprendente es que la tendencia al alza se vuelve a duplicar en 2013 y tiene un ligero declive en 2014 pero es aún superior a los años previos a 2012. Para el mes de julio de 2015, se tenía aproximadamente la mitad del número de registros del año precedente, por lo que es probable que lo iguale.

¿Qué fue lo que cambió significativamente el comportamiento del mercado de armas? El incremento no se explica por un cambio normativo, tampoco por la ampliación de capacidades del Ministerio de la Defensa en la materia. Una hipótesis es atribuir la armamentización al incremento de la inseguridad, sin embargo, y sin ánimo de ser simplistas, al contrastar los datos, 2012 y 2013. fueron los años con menos homicidios del pasado reciente, coincidentes con la denominada tregua entre pandillas, también los niveles de victimización en general, se mantuvieron estables, por lo que parece que el ambiente no generaba un estímulo tan fuerte para la armamentización.

Al menos hay dos cosas ciertas: la gente ha optado mucho más por armarse y, segundo, la mayor circulación de armas no ha contribuido a la reducción de la delincuencia ni la inseguridad, las cuales aumentaron a partir de 2014 con la finalización de la denominada tregua.

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