22 de julio de 2006

Tomado de Bukowski


Hola, leí un relato de Charles Bukowski -mi actual autor de cabecera- que comparto con todos ustedes. Me parece que hace algunos comentarios interesantes y vigentes en alguna medida para nuestras circunstancias. Espero que lo disfruten. No es muy breve. Lo siento, pero se los recomiendo con devoción.

e.

Reseña biográfica: Charles Bukowski (1920-1994) fue el último escritor "maldito" de la literatura norteamericana, creador de una literatura provocadora y sórdida, cargada de gran emoción y sentimientos. Empezó a escribir cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, abandonó la literatura por un espacio de diez años, en los que sentó los cimientos de su leyenda alcohólica. El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de nuestra civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; prefería los bares y las habitaciones lúgubres.

(el siguiente relato ha sido transcripto, respetando el formato del libro de donde se extrae: Bukowski, Charles. Escritos de un viejo indecente. Anagrama, Barcelona, 1998. Pags. 50-55, así que no extrañen la ausencia de mayúsculas ni de título. El relato fue escrito con ocasión de atentado contra Robert Kennedy en junio de 1968)


este tipo del mono del ejército se me acercó y me dijo, «ahora que ha pasado lo de Kennedy, tendrás algo de qué escribir». se dice escritor, ¿por qué no escribe él sobre ese asunto? siempre tengo que recoger sus mierdas y metérselas en un saquito litera­rio. creo que ya tenemos bastantes especialistas en el caso... ésta es la década de eso: la Década de los Especialistas y la Década de los Asesinos. y ninguno de ellos vale un cerote de perro cristali­zado. el principal problema de una cosa como el último asesinato es que no sólo perdemos a un hombre de cierto mérito, sino que perdemos también beneficios políticos, espirituales y sociales, y esas cosas existen, aunque parezcan tan altisonantes. lo que quiero decir es que en una crisis de asesinato las fuerzas reaccionarias y antihumanas tienden a solidificar sus prejuicios y a utilizar todas las brechas como medios de echar a la Libertad natural del jodido taburete del final de la barra.

no quiero presumir demasiado de estar activamente interesado por la suerte de la humanidad como Camus (ver sus ensayos) porque, en el fondo, la mayor parte de la humanidad me repugna y la única salida posible es un concepto totalmente nuevo de la comprensión de la felicidad, la realidad y el flujo de la Educación-Vibración Universal y esto para los niños pequeños que aún no hayan sido asesinados, pero lo serán, os apuesto veinte a uno, porque no se permitirá ninguna idea nueva: sería demasiado des­tructiva para la pandilla que tiene el poder. no, no soy Camus, pero, queridos, me fastidia ver que los miserables se aprovechan de la Tragedia.

un fragmento de la declaración del gobernador Reagan: «el ciudadano normal, decente, respetuoso de la ley y temeroso de Dios, está tan inquieto y preocupado como tú y como yo por lo sucedido.

»él, y todos nosotros, somos víctimas de una actitud que ha ido asentándose en nuestro país a lo largo de casi una década: una actitud según la cual un hombre puede decidir las leyes que ha de obedecer y las que no, y aplicar la justicia por su mano en pro de una causa, y qué delito no significa castigo necesariamente.

»esta actitud se ha visto alentada por las palabras demagógi­cas e irresponsables de supuestos dirigentes, unos aún en sus car­gos y otros no».

no puedo seguir, Dios mío. es tan terrible, la Imagen-Padre con el cinturón en la mano para zurrarte. ahora el buen gober­nador nos quitará los juguetes y nos meterá en la cama sin cenar.

señor señor, yo no asesiné a Kennedy, a ninguno de ellos. ni a King, ni a Malcolm X. ni a los demás. pero me parece del todo evidente que a las fuerzas Liberales de Izquierdas las están liquidando una a una; cualquiera que sea la razón (la sospecha puede proceder de que trabajó una vez en una tienda de alimentos de régimen y odiaba a los judíos); cualquiera que sea la razón, los izquierdistas son asesinados y metidos en sus tumbas mientras que los derechistas ni siquiera se manchan de hierba la vuelta de los pantalones. ¿no dispararon también además contra Roosevelt y Truman? demócratas. qué extraño.

lo de que los asesinos son enfermos, lo admitiré, y que la Imagen-Padre es también enfermedad, lo admitiré también. me han dicho los temerosos de Dios que he «pecado» porque nací ser humano y en otros tiempos seres humanos le hicieron algo a un tal Jesucristo. yo ni maté a Cristo ni maté a Kennedy, y tam­poco los mató el gobernador Reagan. eso nos hace iguales, no le pone a él por encima. no veo ninguna razón para perder liberta­des judiciales o espirituales, por muy pequeñas que sean ya. ¿quién está engañando a quién? si un hombre muere en la cama jodiendo, ¿debemos los demás dejar de copular? si un no ciuda­dano es un loco, ¿debemos todos los ciudadanos ser tratados como locos? si alguien mató a Dios, ¿quise yo matar a Dios? si alguien quiso matar a Kennedy, ¿quise matar a Kennedy yo? ¿qué hace al gobernador, en concreto, tan justo y a los demás tan pecado­res? los escritores de discursos, los no demasiado buenos, además.

un aparte muy curioso: no tenía ninguna razón para cruzar en coche la ciudad el 6 y el 7 de junio y en los distritos negros nueve de cada diez coches llevaban los faros encendidos de día en honor a Kennedy; hacia el norte de la ciudad la proporción descendía hasta el Bulevar Hollywood. y por Sunset entre La Brea y Normandía era uno de cada diez. Kennedy era blanco, amigos. yo soy blanco. mis faros no iban encendidos. sin embargo, pa­sando entre Exposition y Century, me entraron unos frescos y maravillosos escalofríos que me hicieron sentirme mejor.

pero, como digo, todos, incluido el gobernador, tienen boca, y casi todos sueltan su cuento, engranan sus prejuicios, sacan un beneficio personal de la tragedia. los que agarraron quieren con­servar y quieren convencerte de que es malísimo todo lo que pue­da vaciarles los cajones del oro. yo soy apolítico pero con las arti­mañas que manejan esos reaccionarios, podría verme jodido y otra vez metido en el juego.

hasta los redactores de deportes entraron en el juego, y, como todo el mundo sabe, los redactores de deportes son lo peor de lo peor en cuanto a escribir y sobre todo en cuanto a pensar. no sé si son peores escribiendo o pensando, pero sea lo que sea lo que quede encima, es una unión que sólo podrá engendrar mons­truos ilegítimos y repugnantes. como supongo sabes, la peor for­ma de humor tiene como instrumento de tortura la exageración extrema. lo mismo la peor forma de pensamiento destinado a pro­teger el ego y a proteger lo emotivo.

un redactor deportivo de uno de nuestros grandes periódicos no sensacionalistas escribió este fragmento (mientras R. Kennedy estaba en cirugía):

«El Estado Violento de Norteamérica: Una Nación en Cirugía.

»...una vez más Norteamérica la Bella ha recibido un proyectil en la ingle. el país está sometido a una operación quirúrgica. Los Estados Violentos de Norteamérica. Una bala es más poderosa que un millón de votos...

»No es una Democracia, es una Locura. Un país que no se atreve a castigar a sus criminales, a disciplinar a sus niños, a en­cerrar a sus locos...

»Se elige el presidente de Estados Unidos en una armería, en un catálogo postal...

»Están matando a tiros a la libertad. El "derecho" a asesinar es el derecho supremo de este país. La pereza es una virtud. El patriotismo un pecado. La conservación un anacronismo. Dios tiene más de treinta años. Ser joven es la única religión, como si se tratase de una virtud ganada a pulso. '"Decencia" es pies su­cios, burlarse del trabajo. "Amor" es algo para lo que se necesita penicilina. "Amor" es darle una flor a un joven desnudo con sa­bandijas en el pelo mientras tu madre está en casa sentada espe­rando con el corazón roto. Se "ama" a los extraños, no a los padres.

»Me gusta la gente que tiene visillos en la ventana, no la que vive en cuartuchos. Al próximo tipo que llame al dinero "pasta" deberían pagarle en trigo integral. Estoy harto de que me digan que debo intentar "comprender" el mal. ¿Debe un canario "com­prender" a un gato?

»La Constitución no se concibió nunca como escudo de los degenerados. Se empieza quemando la bandera y se acaba que­mando Detroit. Se elimina la pena de muerte para todos salvo para los candidatos presidenciales... y los presidentes...

»...los Hombres de Dios se convierten en hombres de la Masa. El Himno Nacional es un grito en la noche. Los norte­americanos no pueden pasear por sus parques, subir en sus auto­buses. Tienen que enjaularse.

»"¡Ponte en pie, Norteamérica!" grita la gente, pero se le igno­ra. Enseña los dientes, dicen. Amenaza con replicar. El león enseña los dientes y los chacales huyen. Un animal acobardado invita al ataque. Pero Norteamérica no escucha.

»...estudiantes neuróticos que apoyan los pies en mesas que serían incapaces de hacer, que destruyen universidades que no sa­brían reconstruir.

»...todo empieza con eso, la deificación de los desertores, los vagos, los pusilánimes, insolentes invitados a la mesa liberal de la democracia que la vuelvan sobre sus consternados anfitriones...

»...Quiera Dios que nuestros médicos puedan curar a Bobby Kennedy. ¿Pero quién va a curar a Norteamérica?»

¿necesitáis a este tipo? me lo suponía. demasiado fácil. prosa colorista de pregraduado enfocada sólo desde el punto de vista de la supervivencia de la situación actual. ¿conduce un camión de basura? no te sientas mal, hay trabajos mejores, que se hacen peor.

encerrar a los locos. pero ¿quién está loco? todos jugamos nuestro jueguecito, según las posiciones de peones, caballos, torres, rey, reina, ay, qué coño, estoy empezando a hablar como él.

y luego tenemos a los comecocos*, a los pensadores, a los gru­pos de especialistas, los equipos presidenciales organizados para dictaminar qué nos pasa. quién está loco, quién está alegre, quién está triste, quién tiene razón y quién no. encerrar a los locos cuan­do cincuenta y nueve de cada sesenta hombres que encuentras en la calle están chiflados, con neurosis industriales y esposas y pe­leas y no tienen tiempo para pararse un rato y pensar dónde están y por qué, y cuando el dinero que les ha mantenido en marcha y ciegos tantísimo tiempo, cuando eso ya no sirva, en­tonces, ¿qué vamos a hacer? vamos, muchacho, hay asesinos entre nosotros desde hace mucho. sólo que no era una explosión, era sólo un hombre con la cara como serrín y los ojos como manchas de mierda, hay tantos hombres así y tantas mujeres. Millones.

y pronto tendremos los informes de los equipos de comecocos, que, como los comités de la pobreza que nos decían que algunos hombres se morían de hambre en el piso de abajo, nos contarán que hay también algunos muriéndose de hambre en el de arriba. y luego se olvidará todo hasta el próximo atentado o el próximo suceso trascendental o el próximo incendio urbano, y luego se reunirán otra vez y pronunciarán sus estúpidas y esperadas pala­britas, se frotarán las manos y desaparecerán como cerotes retrete abajo. parece, la verdad, que todo les da igual siempre que el gráfico de beneficios se mantenga. y los lindos comecocos, agitando sus ases mágicos, liándonos con palabras, diciendo esto es así por­que tu madre tenía un pie deforme y tu padre bebía y una gallina te cagó en la boca cuando tenías tres años y por eso eres ho­mosexual, o tornero. todo menos la verdad: sencillamente que algunos hombres se sienten mal porque la vida es mala para ellos tal como es y que podría mejorarse fácilmente. pero no. los co­mecocos con sus paparruchas mecánicas que algún día se demos­trará que son absolutamente falsas, seguirán diciéndonos que todos estamos locos y se les pagará con creces por hacerlo. lo que pasa sencillamente es que no estamos enfocándolo bien. ¿recuerdas alguna de las canciones?

«cuánta suerte tengo, cuánta,

puedo vivir con lujo

porque tengo el bolsillo lleno de

sueños...»

«es mío el universo

aunque tenga la cartera vacía

porque tengo el bolsillo lleno de

sueños...»

o:

«no más dinero en el banco

no más gente a quien poder dar las gracias

qué le vamos a hacer

oh, qué le vamos a hacer

apaguemos las luces y

a dormir».

lo que no nos contarán es que nuestros locos, nuestros asesi­nos, salen de nuestro modo de vida actual, nuestro buen sistema norteamericano de vivir y morir. ¡Dios, el milagro es que no esta­mos todos claramente locos furiosos; en fin, considerando que hemos sido bastante sombríos hasta aquí, terminemos a la luz de lo fantástico, ya que estamos hablando de locura. recuerdo que estaba yo una vez en Santa Fe hablando, más bien bebiendo, con un amigo mío que era un comecocos de cierto renombre y, entre trago y trago me incliné hacia él y le pregunté:

—dime, Jean, ¿estoy loco? venga, chaval, dímelo de una vez. puedo aguantarlo.

él terminó el trago, lo posó en la mesita y me dijo:

—primero habrás de pagar la consulta.

entonces me di cuenta de que por lo menos uno de los dos es­taba loco. el gobernador Reagan y los redactores deportivos de Los Ángeles no estaban allí. y aún no había sido asesinado el se­gundo Kennedy, pero tuve aquella sensación rara, sentado allí con él, de que no estaban bien las cosas, pero que nada bien, y que no lo estarían, que no lo estarían en por lo menos otro par de miles de años.

y en fin, amigo del mono del ejército, escribe tú lo tuyo...



* Headsbrinkers, psiquiatras. (N. de los Ts.)